En un acto infame que fue transmitido y difundido en vivo por la televisación, la presidenta del recién ascendido Independiente Petrolero decidió echar al capitán del primer plantel, Mijail Avilés. Esto a causa de que el equipo chuquisaqueño decidió solidarizarse con la causa de los futbolistas agremiados y no disputar el partido contra Oriente.
Ni bien salieron los equipos a la cancha, los capitanes de ambos equipos junto al árbitro decidieron no disputar el encuentro y el juez dio por suspendido el encuentro. Ante tal acción, apareció la presidenta de Independiente, Yeny Montaño entró a la cancha y despotricó contra los futbolistas de su equipo por no jugar.
En un acto bajo y humillante, la cabeza del Club echó al capitán venezolano delante de las cámaras. Esta incómoda situación se hizo eco internacional por un nuevo papelón que se ve al fútbol boliviano como protagonista.
El ahora ex capitán de Independiente, declaró que la intención de los dirigentes del equipo recién ascendido era que sus dirigidos se presenten a jugar para dar ‘walkover’ (término incorrecto), a Oriente Petrolero. Cuya sanción probable sería el descenso de categoría.
La principal duda que surge a todos ¿Cuál es el interés de un recién ascendido de que Oriente Petrolero descienda? A la luz están claros los hechos. El desespero de una persona que muestra una actitud déspota y autoritaria que al parece su intención era perjudicar a Oriente y al fútbol boliviano, es otro síntoma más de el estado en el que se encuentra la dirigencia y los Clubes de Bolivia.
Actitudes egoístas, momentos bizarros y lamentables se vieron estos días, en los que nadie quiere ceder, y situaciones tan penosas como las vistas en el encuentro entre San José y Palmaflor, viendo a las autoridades de un Club despotricando contra sus jugadores, o en los que una presidenta humilla en vivo a su capitán por negarse a perjudicar a sus colegas y al club rival para así sacar ventaja son muestras claras del estado crítico del deporte rey en el país.
