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Hacía mucho tiempo (por no decir nunca), la hinchada de Oriente se había enemistado tanto con un entrenador. Y es que a lo largo de los años, los hinchas siempre se las han agarrado con el entrenador de turno como el chivo expiatorio de la situación que atraviesa el club en ese momento, pero todo giraba en torno a lo futbolístico, a cómo jugaba el equipo que comandaba el entrenador de turno.

Pero algo que pasó es que jamás salió un entrenador a enfrentarse con la hinchada, a faltarle el respeto al Club y a insultar la historia de la institución albiverde. Dando pequeños repasos que sirven como ejemplo, Wilson Gutierrez fue destituido de formas poco amigables pero cuando se fue, sólo tuvo palabras de agradecimiento para la hinchada. El mismísimo Eduardo Villegas, uno de los más criticados e insultados durante su última gestión a cargo del conjunto verdolaga. Cuando se fue, admitió que le dolieron los insultos pero que nunca se iría con un mal recuerdo de Oriente, hasta incluso admitió que le tiene muchísimo cariño a la institución que logró hacerlo hincha incluso luego de ser entrenador.

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Con Nestor Clausen llegó la excepción. El estratega argentino llegaba a Oriente con cierto escepticismo de la hinchada, ya que su pasado no le favorecía. Fotos posando con carnet de socio del rival de toda la vida o vestido con indumentaria de la barra del equipo de al frente hacían que el hincha no le convenza su llegada. Pero aún así lo aceptó, le dio su oportunidad, para que demuestre cuán profesional es a pesar de su pasado.

Desde que cometió el acto de insolencia de abandonar su puesto de trabajo cuando su equipo, cuando Oriente Petrolero perdía por 1-3 contra Destroyers y todo el Estadio era una caldera a punto de estallar. En un acto de cobardía y demagogia, irse para hacerse el desententido, desde ese momento se quebró la relación.

Lo más lógico hubiera sido que el entrenador tenga convicción, que sea consecuente con sus actos, lo más lógico hubiera sido que se vaya definitivamente y tampoco fue así. En la semana, decidió quedar al mando, con la excusa de que la dirigencia y los jugadores lo convencieron en quedarse, pero al final era una excusa más, porque si realmente era consecuente debió irse sin importar las peticiones de los demás, porque así lo decidió en el momento que se retiró en pleno partido.

Eso también hace recordar a sus primeras palabras cuando se puso la verdolaga, en su primera conferencia. Recalcó que cuando el sienta que no está a la altura de Oriente, iba a cobrar hasta ese día y se iría sin protestar, pero era una frase que estaba lejos de la realidad. Porque luego del papelón contra Destroyers, alargó su agonía, se puso un plazo, si no le ganaba a Guabirá se iba. Como si algo hubiera cambiado ganando o perdiendo contra el equipo del norte. El equipo logró ganar, pero Oriente Petrolero seguía siendo el mismo equipo de Clausen. Un equipo que no convencía, que carecía de juego, que involucionaba en cada partido y que nunca pudo jugar bien. Sino lo había hecho antes del partido, ¿Qué haría que cambie ganándole a Guabira? Solo él (Clausen), tendrá la respuesta.

Luego la situación empeoró más con la derrota en el clásico. Humillante desde todo punto de vista. Los principales apuntados eran los jugadores pero una parte de la culpa también se la llevó el entrenador, por un pésimo planteamiento que no hizo sino facilitarle la remontada al conjunto celeste. De ahí en más, el hincha no quería saber más del entrenador, lo quería fuera, pero él se aferraba al cargo, al mismo que había dicho que no lo haría si las cosas no le salían.

A partir de la derrota en el clásico, Oriente vivió un espejismo fugaz que le permitió soñar con algo. Una seguidilla de cuatro partidos invictos, dos victorias de local y dos empates de visitante. El golpe contra la realidad se lo dio The Strongest. Que le ganó sin esforzarse de visitante y lo aplastó de local. Lo más humillante no fue la derrota, fue nuevamente los actos de insolencia cometidos por el entrenador albiverde.

Como es de costumbre, fue expulsado por el árbitro en pleno partido y en su camino hacia los camerinos se cruzó con algunos hinchas que lo venían insultando. Para su mala suerte, una persona que estaba cerca de él, se encontraba grabando toda la situación y logró captar los insultos del entrenador. El hincha y por fin, la dirigencia, se cansó de la situación, de la actitud del entrenador y exigirán explicaciones por sus dichos. Pero el hincha no esperó a que suceda algo, le respondió. Le dejó un trapo en el encuentro de vuelta demostrándole algo que pensamos y sentimos todos los hinchas de Oriente. Pecho frío no es el que insulta, es el que abandona.

pechofrio clausen

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