Si uno trata de encontrar una de las principales razones por las que Oriente Petrolero tiene una enorme y masiva cantidad de hinchas en toda Bolivia, encuentra respuesta en las emociones extremas que el equipo le da a sus hinchas. El hincha de Oriente está acostumbrado a pasar de una profunda decepción, a una extrema alegría de un partido a otro, incluso en cuestión de minutos.
Tiene momentos tan bizarros y de emociones tan fuertes como clasificar por tanda de penales y ver a Juan Villota definiendo su penal con un lujo que paralizó por segundos el corazón de los Orientistas y luego hacerlos latir de forma frenética. Puede cambiar tan rápido de emociones como ver qué el equipo se queda con 10 jugadores con el resultado a favor y sentir que todo se le viene encima. Para después llegar al otro extremo con un tal Freitas que ni se había acomodado en la cancha y la mandó a guarda para hacer otra de sus locuras en su festejo y hacer que de la vuelta al mundo.
Momentos que hacen que el hincha de Oriente entre en depresión al ver a su equipo perder por tres goles, quedar fuera y para empeorar con nueve jugadores, para que en un instante lo haga llorar tanto y sufrir tanto con un gol de Paredes que explica a la perfección porqué Oriente es un equipo que te da emociones fuertes. Podríamos seguir y seguir, por ejemplo, el penal atajado por el ‘Gato’ Fernández en el título del 2010. Con la cantidad de títulos que ha perdido en las últimas fechas o incluso en minutos.
Emociones que pueden hacerte estallar de alegría al golear por cinco goles a Bolívar y luego de forma increíble no ganar más en las siguientes fechas y sentir una inmensa rabia. Así somos los hinchas de Oriente, masoquistas, adictos a las emociones polarizadas, como si se tratase de una droga. Una droga que atrae cada día a más personas y las convierte en hinchas, en locos. Eso nos identifica, nos atrae y nos diferencia. Si no sufris, no sos hincha de Oriente.
