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Vergonzoso, escandaloso y bochornoso son adjetivos que quedan cortos para lo visto ayer por Gustavo Murillo y sus asistentes. Que Oriente jugó mal y que Wilstermann ganó bien el partido es totalmente cierto, pero eso no quita la pésima actuación de la terna arbitral que provocó la ira de los más de 30.000 asistentes.

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El Colombiano estuvo errado durante los 90′ minutos, se lo vio muy nervioso, en el primer tiempo el partido estuvo a punto de salirse de su manos cuando los jugadores de uno y otro equipo se repartían patadas a placer. En el segundo tiempo expulsó a Paredes y las cosas empeoraron, cobró un penal totalmente inexistente, expulsó mal a Zenteno y encima se dejó decir de todo con los jugadores de Wilstermann luego de una durísima falta contra Zampiery.

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Es lamentable el nivel del arbitraje en Sudamérica, hasta ahora se entiende cuál es el proceso de la CONMEBOL o la FIFA para designar árbitros para partidos tan importantes como los de la Copa Libertadores. Oriente viene padeciendo de pésimos arbitrajes desde primer partido en la presente Copa, en la ida y en la vuelta. En el encuentro de vuelta fue el más escandaloso de todos, el árbitro estuvo a punto de costarle la clasificación a Oriente.

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